Cristóbal Medina

Narrativa Gráfica IV

FECHA

Hablemos de cine, literatura y tebeos

Cuanto hablamos de cómics, tebeos o más precisamente de Narrativa Gráfica, hablamos de un lenguaje icónico que se conforma con yuxtaposiciones de imágenes. Pero, ¿es un lenguaje genuino o acaso es  una infantilización de la Literatura, una simplificación del Cine o una “rareza” de la Pintura? Para responder a esto voy a realizar a continuación un pequeño análisis comparativo de la esencia de estos distintos lenguajes que, espero, resulte esclarecedor.

Comenzaré por el cine. El término Cine, con el que se conoce al Séptimo Arte, viene a significar literalmente movimiento, pero esta palabra expresa irónicamente una cualidad que no tiene, ya que el movimiento en el cine no es más que una ilusión. La imagen de la pantalla que observamos los espectadores es completamente estática, con la peculiaridad de su escasísima duración temporal, seguida de otra serie de imágenes que se suceden a velocidad vertiginosa con secuencias estáticas coherentes. Esto engaña a nuestra vista, que no a nuestro cerebro, y nos recrea la misma sensación que si estuviéramos viendo ese movimiento. Aunque, si somos más estrictos y analizamos cómo funciona la vista humana, nos encontraremos de nuevo con otro gran engaño: el ojo tampoco percibe el movimiento, se trata de la misma ilusión. El ojo humano es una máquina biológica que percibe imágenes fijas, a razón de unas 30 cada segundo, es decir, envía al cerebro imágenes sucesivas, pero fijas, de lo que va fotografiando en rápidas batidas la retina.

Por tanto, el cine nos presenta imágenes fijas sucesivas, esta vez 24 por segundo, que son suficientes para darnos la sensación de que vemos el movimiento real. Pero es imprescindible que las figuraciones fotografiadas tengan coherencia. Es decir, si una de las imágenes que es captada por el ojo, no sigue la serie, es un fotograma que se ha colado, el cerebro la eliminará a pesar de haberla “recibido”.
El Cine consiste en una sucesión de imágenes fijas y, en esencia, es lo mismo que la Narrativa Gráfica. La diferencia estriba en que en el primero hay una intencionalidad premeditada de engañar al ojo humano haciéndole creer que las imágenes se mueven, al contrario que en la segunda.
Pero la diferencia más grande de la Narrativa Gráfica con el Cine no es el movimiento, simple ilusión, sino el sonido. El Cine, que puede prescindir completamente del sonido, tiene un rico aderezo que le ayuda a agarrar de la mano al espectador y meterlo dentro del argumento que se le expone, intentando incluso vaciar su pensamiento crítico para que se deje llevar por las sensaciones y “viva” la historia. El espectador, por su parte, puede digerir con posterioridad la precipitación de escenas que le ha hecho vivir la película y reelaborarla en su mente una vez concluida.
En la Narrativa Gráfica no existe el sonido, como tampoco existe en la Literatura, y para recrear una historia del mundo real debe proceder a utilizar algún aditamento que dé la información que un dibujo por sí mismo no puede dar. Para eso están las onomatopeyas, los bocadillos, la voz en off y la representación de objetos cotidianos que apelen a la experiencia vital del lector y le hagan evocar, escuchar o saborear lo que se le ofrece al sentido de la vista. Por ejemplo, unas burbujitas en una olla que está puesta al fuego harán que el lector escuche el borboteo e incluso huela el guiso. La Narrativa Gráfica pide en primer lugar la colaboración consciente del lector, pues le solicita que acepte como sonido la expresión convencional de su traducción a letras y signos convencionales, es decir, percibir las sensaciones de un sentido (oído, gusto, tacto, olfato) a través de otro (la vista en el caso de los lectores de narraciones gráficas), lo cual se denomina sinestesia.

Aparentemente el Arte más cercano a la Narrativa Gráfica es la Literatura: los dos se encuadernan en forma de libros, los dos tienen el ritmo de lectura que les dé el lector, los dos participan únicamente del sentido de la vista. Es tanta la conexión que incluso algunos despectivamente ven en los tebeos una forma infantilizada de literatura. Pues no. Son lenguajes totalmente diferentes. La lectura de palabras es una abstracción de símbolos gráficos convencionales que han de ser aprendidos, mientras que la lectura de imágenes  es intuitiva, pues invoca a iconos que ya conoce el lector por su propia experiencia. La comprensión lectora de ambas afecta a diferentes zonas del cerebro, que pueden estar desarrolladas en proporciones dispares, según se hayan cultivado. Incluso una narración gráfica es más complicada que una literaria porque está apelando simultáneamente a comprensiones distantes, por un lado icónicas y por otro simbólico gráficas, al integrar el dibujo junto a la palabra, y la tarea de aunar ambas es más compleja.

La Literatura, con descripciones y conversaciones, evoca paisajes y situaciones que dejan libertad al lector de elaborarse una imagen personal de lo que ocurre. A su vez puede tener disquisiciones filosóficas, evocaciones poéticas, etc., que potencian el deleite intelectual. Por el contrario, la Narrativa Gráfica aporta ya las imágenes elaboradas y facilita mucha información de lo que ocurre alrededor de los personajes, sin necesidad de ninguna descripción. Y puede utilizar estos elementos gráficos también para hacer poesía, para crear desasosiegos, angustias o distensiones placenteras. Permite que seamos nosotros, conscientemente y sin engañarnos, los que demos vida a las escenas. Y nos sugiere el sonido, el ambiente, etc., con grafismos, mientras que la Literatura nos tiene que contar, por ejemplo, que de fondo está sonando una música y describirnos si esta es agradable o estridente.
La Pintura, por su parte, es un arte que se relaciona con la Narrativa Gráfica tan sólo tangencialmente. Ambas utilizan la plástica en dos dimensiones, pero mientas una se vale por sí misma en una sola imagen, la otra necesita una sucesión de secuencias para ser lo que es. Una narración gráfica sería una sucesión de cuadros pictóricos con una coherencia interna que pretende narrar una historia, por lo cual necesita, evidentemente, de una expresión figurativa realista de la que puede prescindir la Pintura. Esa figuración puede variar desde el extremo realismo a lo más esquemático, en una gradación que se constituye en uno de los elementos a manejar por el autor en sus pretensiones plásticas, y que varía desde el dibujo más realista o naturalista hasta el más esquemático o abstracto, siempre que sea reconocible por el lector, para que pueda entender lo que ocurre en la historia.

Una narración gráfica consistiría en una serie de “pinturas” que, aisladas, nos dan la misma información intelectual y estética que ese arte plástico, pero que juntas producen magia. Esta magia consiste en hacernos creer que entre secuencia y secuencia ha habido algún tipo de movimiento, tanto espacial de los personajes, como temporal. Lo que se elide entre viñetas es tan importante como lo que se dibuja en cada una y el autor tiene que medir tanto uno como otro, para que el resultado sea comprensible y, es más, para que una vez logrado un ritmo de lectura el espectador tenga la sensación de que lo que se le cuenta está ocurriendo. Lo dicho: auténtica magia, pero sin engaño, pidiendo al lector que colabore, acepte la propuesta y participe activamente construyendo la historia con los elementos que se le facilitan y con los espacios, temporales o físicos, que se le suprimen.

William Hogarth (1.697-1.764) realizó su serie El matrimonio a la moda, que consta de seis secuencias pintadas al óleo sobre lienzo, y relata la historia de un enlace matrimonial tradicional, donde los cónyuges se han visto obligados a seguir la decisión familiar de un matrimonio por conveniencia, derivando la historia en tragedia con la muerte de ambos. 
La Narrativa Gráfica es, por tanto, el maridaje entre el Cine y la Pintura, participando de algunas de las cualidades de ambos, pero generando un lenguaje diferente, que en sí es equiparable a la Literatura.
La recomendación: Gon, de Masashi Tanaka.

Hoy comentaré la aportación de Tanaka con su genial narración gráfica sin palabras. Partiendo de los estudios científicos que dicen que el cerebro humano es limitado y que las funciones de lectura simbólica de palabras y de lectura de imágenes icónicas se realizan en hemisferios cerebrales diferentes, Tanaka entendió que la comprensión de narraciones gráficas presentaba una dificultad añadida y que, únicamente si el cerebro trabaja con imágenes o por el contrario con palabras, la lectura se hace más fluida y placentera, logrando mejor que el lector se deje llevar por la historia. Con estas premisas planeó una historia muda, sin una sola palabra, que ha atrapado a millones de lectores en el mundo y que goza de otra ventaja añadida, como es no tener que traducir los textos. Goncuenta, con mucho sentido del humor, las aventuras de un cachorro de dinosaurio, de gran fortaleza física y un temperamento muy cabezota, que recorre paisajes de la época actual, interactuando con animales modernos; dibujado todo a pluma con un preciosismo gráfico que maravilla por su perfección y belleza.


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