Una sola imagen es incapaz de narrar una historia, aunque una sola imagen puede expresar más de lo que contiene. Un ejemplo, el cuadro Las Hilanderas de Velázquez representa un taller de hilado, con unas operarias en primer término y unas clientas al fondo observando unos tapices. Pero Velázquez cuenta mucho más que eso, pues hace un guiño a la mitología. Si damos la vuelta a la interpretación y destacamos la escena del fondo como principal, tendremos otra lectura. La mitología cuenta que la diosa Palas, que pregonaba ser la mejor hilandera del mundo, retó a una artesana muy hábil, Aracne, a hacer un tapiz más bello que ella. Aracne tuvo la osadía de representar los vicios de los dioses, tejiendo el Rapto de Europa. El atrevimiento le costó a la orgullosa artesana que Palas la castigara convirtiéndola en araña para que tejiera toda su vida. Y esa historia la podemos ver en el cuadro, porque al fondo está Palas levantando el brazo, para convertir en araña a la desafiante artesana, por delante del tapiz del Rapto de Europa. Esta escena es observada por unas testigos, que pudieran ser el jurado del concurso textil, efectuado en un taller que es representado como escena costumbrista en primer término. Existe la posibilidad de realizar otras lecturas pues, intencionadamente, el barroco Velázquez no ha querido dejar claro si Aracne y Palas son personajes del cuadro o están representadas en el tapiz colgado de la pared.
Para que exista una narración gráfica tienen que ser las imágenes las que desarrollen la historia, y eso es imposible hacerlo con una sola viñeta; por tanto tiene que haber una secuencia de figuraciones, lógicas y consecutivas, que nos informen de algo; tienen que existir, imperativamente, al menos dos.
Es decir, ¿si no pasa por la imprenta no es un comic? Estoy convencido de que no se necesita la publicación, porque el hecho de ser publicado no le da carácter, no cambia el original, y si un original puede leerse, también es una narración gráfica. Pensemos en un autor que tarda meses, por ejemplo, en publicar una obra que es genuinamente una figuración narrativa; pero en ese periodo de tiempo ha dejado los originales a sus amigos para que lo lean. Cada amigo es tan lector de la obra como los desconocidos que la vean publicada.
Para que exista Narrativa Gráfica lo único imprescindible es que haya una disposición ordenada de, al menos, dos imágenes consecutivas y coherentes, que narren o expliquen algo, independientemente del material en que estén realizadas. Partiendo de este mínimo se puede enriquecer, si lo quiere el autor, con mayor número de secuencias, conformando tiras y/o páginas, o añadiendo convencionalismos gráficos, como palabras, líneas cinéticas y viñetas. No hay que ir a buscar, por tanto, la unión de imagen y palabra, sino de imagen e imagen y, además, ni siquiera es necesario que esa sucesión sea de secuencias cronológicamente consecutivas, con tal de que tengan sentido.
El premiado dibujante valenciano, Paco Roca, que cuenta en su haber con éxitos como Arrugas oMemorias de un hombre en pijama, nos recrea “la España de 1957 donde ser historietista era un oficio”. Un brillante repaso a una ciudad, Barcelona, a una famosa editorial que tenía un gato por logo y a unos autores de tebeos, auténticos artistas con trabajo de artesanos que producían la evasión de la realidad oscura de la dictadura, fundamentalmente dirigida al público infantil y juvenil. La historia cuenta cómo cinco de los más afamados historietistas se rebelaron contra un sistema de trabajo esclavista, que les obligaba a desprenderse de sus dibujos originales y a los consecuentes derechos de autor. El dibujo sencillo de Paco Roca nos hace vivir esa lejana época, que parece sacada del NODO, describiendo unos ambientes, que superan el esquematismo para convertirse en muy reales.