México, recibió la producción yankee desde comienzos del siglo XX y, por imitación, surgieron autores autóctonos a partir de 1910. Según Rosalva Valdés, 1910 es el año de arranque de la historieta mexicana con la publicación de Casianito El Niño Prodigio y Caldela El Argüendero, en el periódico El Imparcial. La irregularidad en el suministro de producciones estadounidenses en 1921 estimuló la producción mexicana, apareciendo, por ejemplo, el mítico Don Catarino, de Salvador Pruneda, junto a numerosas series cómicas más, de personajes nacionales.
Los historietistas mexicanos se organizan con la fundación de la Sociedad Mexicana de Dibujantes en 1957, que instituye el premio Tlacuilo, en honor a aquellos artistas prehispánicos que “escribían pintando” —ya vemos que de invento del siglo XX nada—. También se promueven importantes eventos internacionales como congresos o salones de la historieta. En 1973 surge otra asociación: Historietistas dibujantes de México.
Argentina destaca sobre todo por la calidad de sus grandes creadores. José Luis Salinas (1908-1985) fue un autor de realizaciones serias de enorme calidad plástica; realistas, precisas en los detalles y de unos espectaculares y cinematográficos encuadres. Hizo gran cantidad de adaptaciones literarias y series de aventuras: Hernán el Corsario, Miguel Strogoff,El Último Mohicano, El Libro de la Selva… En 1949 da el salto a Estados Unidos donde se encargó de la realización gráfica de una serie de la envergadura de Cisco Kid, que llevó guión de Rod Reed.
Pero el gran narrador gráfico de aventuras argentino de todos los tiempos, no dibujaba, sino que escribía guiones. Héctor Germán Oesterheld (1919-1977), vilmente asesinado por la dictadura militar, creó historias como Sargento Kirk, Ernie Pike, Mort Cinder o El Eternauta. Sus guiones fueron plasmados gráficamente por los mejores dibujantes: Solano López, Hugo Pratt o Alberto Breccia. Fue un narrador maduro, preocupado por ofrecer material de lectura a personas adultas e inteligentes, ocupándose de dotar de clima a sus historias, intentando que fueran los dibujos los que condujeran la acción y evitando textos redundantes. Construyó aventuras bélicas sobre la base de historias muy sólidas de personajes que se enfrentan a situaciones límites, rodeados de heroísmos inútiles, miedos y sacrificios personales. La muerte estaba muy presente y de ella no se libraron ni los protagonistas. En 1957 edita sus propias revistas: Hora Cero, Frontera, que son mensuales y de un innovador formato apaisado, donde publica aventuras completas, sin el tradicional “continuará”. Pronto será imitado por la competencia. En Hora Cero Semanal publicó una historia de ciencia ficción que atrapó a una generación de argentinos, El Eternauta, dibujada por Solano López. Mort Cinder, dibujada por Breccia, comienza a publicarse en 1962, en la segunda etapa de la revista Misterix, y es la metáfora del héroe eterno, que tiene consciencia de la humanidad desde los orígenes del mundo. El argumento sitúa al protagonista en la tienda de un anticuario, Ezra, al cual le relata sucesivamente historias vividas por él en anteriores existencias, al ser un hombre que muere y resucita sucesivamente.
Dada su importancia individual, voy a realizar una nómina de algunos de los primeros grandes narradores gráficos argentinos, aún sabiendo que la selección resultará injusta, porque debo resumir. José Muñoz (1942) se caracteriza por unos entintados de alto contraste, progresivamente evolucionados hacia la deformación expresionista, con grotescas figuras de gran patetismo (Alack Sinner, Sophie, En el Bar). Carlos Sampayo (1943) será su guionista en sus mejores relatos, siendo un excelente narrador que concibe visualmente las historias. Juan Giménez (1943), trabajó para el grupo francés de los “Humanoides”, Horacio Altuna (1941), Carlos Trillo (1943-2011), Oscar Conti -Oski- (1914-1979), Joaquín Salvador Lavado —Quino— (1932), autor del “espejo ideológico de la clase media argentina”, como apuntó Óscar Steimberg, Mordillo (1932), Roberto Fontanarrosa (1944-2007), Miguel Repiso (1961).