Cristóbal Medina

De empresarios y trabajadores

FECHA

Dicen que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Esto no es cierto de forma literal, pero no deja de tener sentido, ya que el hecho de repetir algo, un eslogan o una idea falsa, hace que mucha gente la perciba como un hecho probado.

Así, la afirmación de que «el empresario es el que crea empleo» es para muchos una verdad sin discusión alguna, aunque no sea cierta. Y no es necesaria más que una pequeña reflexión para darse cuenta. Vamos a ello.

Un emprendedor funda una empresa con fondos propios, de su familia, o con préstamos de entidades financieras. Esta empresa puede ser de cualquier sector, una panadería, una fábrica de galletas o una compañía de creación de videojuegos. Contrata personal y la pone en funcionamiento. Entonces debe colocar su producto en un mercado, ya sea local (panadería), nacional (galletas) o internacional (videojuegos). Pongamos que vende y se hace un hueco en el mercado, entonces, por cada producto vendido, un competidor dejará de vender el suyo. Es decir, si un cliente compra una barra de pan, bien porque la nueva panadería ofrece mejor calidad, precio o cercanía, dejará de comprar el pan en su panadería habitual. Tampoco el que compra galletas para desayunar comprará la nueva marca, además de la anterior. Optará por una de las dos. Y el que se engancha a un video juego, no jugará con otro a la vez.

Esto quiere decir que por cada trabajador que contrata el nuevo empresario, alguien tendrá que despedir a otro trabajador, ya que venderá menos. O tal vez tendrá que cerrar su empresa, si deja de ser rentable. Todos conocemos, sin duda, ejemplos de un nuevo supermercado que abre en un barrio y eso conlleva que otro del mismo barrio, o de otro barrio si hay buena comunicación, tendrá que cerrar. El hecho de que haya más oferta, no quiere decir que toda esa oferta la absorba el mercado. Yo, al menos, nunca seguiré comiendo las mismas galletas, si he encontrado otras que me gustan más.

¿Quién crea empleo, entonces? Está claro: el mercado. Si los que compran en el mercado, ya sea local, nacional o internacional, tienen más dinero, podrán gastar más y hacer que se produzca más en consecuencia. Y solo pueden meter más dinero en el mercado los gobiernos, con sus inversiones, y los empresarios, pero no contratando, sino aumentando el sueldo de sus trabajadores, en detrimento de sus beneficios empresariales.

Si un empresario paga más a sus empleados, estos podrán gastar más en ocio o en bienes de consumo. Si los sueldos son más altos, habrá más capital en el mercado, y si los gobiernos dan más prestaciones sociales, también habrá más dinero.

Por ello un empresario nunca, jamás, en ninguna ocasión, crea empleo, tan solo contrata trabajadores, lo cual repercutirá en el despido de otros trabajadores en el mismo sector. Es decir, no crea empleo, lo sustrae a otros. Siempre. Sin excepción.

Se puede aducir que un ayuntamiento puede ofrecer condiciones más ventajosas para que se instalen en la localidad nuevas empresas, las cuales contratarán trabajadores, aumentado el empleo en la localidad. Sí, pero eso solo es competencia territorial, porque esas empresas se instalarán de forma más ventajosa, pero tendrán que dejar sus antiguas instalaciones. Esos empresarios pueden vender más al producir en mejores condiciones, pero sus competidores venderán menos.

Los agoreros del neoliberalismo pusieron la voz en grito cuando el gobierno actual subió los salarios mínimos, que estaban sobre los 700 € al mes, a los 1.080 € actuales. Esto iba a ser la ruina. Pero la realidad económica ha demostrado que el hecho de que se metiera más dinero en el mercado, en lugar de hundir la economía la reflota. A un trabajador, que cubre sus necesidades primarias, si le sobra algo de dinero lo invertirá en ocio o productos que desee adquirir; mientras que, si las ganancias van a manos del capitalista, sustrayéndolo de las nóminas que paga, como tiene sus necesidades cubiertas, tan solo podrá derrocharlo en lujos superfluos, que nada reportan a la sociedad. O esconderlo al erario en paraísos fiscales.

La labor del empresario es importante, pero la del trabajador lo es mucho más. El empresario no crea empleo, solo contrata; pero el trabajador, gastando su salario, contribuye a que crezca la economía del país.

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